Miro el techo blanco de mi
pared pensando: Debería escribir algo.
Pero las palabras no
salen, llevan ancladas en mi interior meses, así que decido escribir
lo que pasa.
Llego la sequía, una
sequía dura y ardiente, que seca y deshace todo lo que encuentran a
su paso y yo me quedo observando como mis palabras se quedan mudas
y no paro de recordar algo
que escribió Bukowski y pienso que esto se acaba, el único don que
tenía se desvanece cada vez que intento escribir. No pienso
aferrarme a él, puede que no sea tan buena como creía, pueda que no
tengan dones o simplemente puede que necesite tiempo para que las
palabras vuelvan a fluir.