lunes, 14 de enero de 2013

Amor asesino.


La miraba. No podía dejar de mirarla.
La mujer más bella del mundo yacía en el suelo de mi apartamento.
Me acerqué a ella y me tumbé a su lado, mirándola a los ojos, sus ojos verdes... Ella me miraba con frialdad. Acaricié su mejilla blanca y fría mientras veía pasar nuestros mejores momentos.
Recordé aquél día en el parque cuando sonriendo me dijo que me amaba. Fue el mejor día de mi vida.
La quiero. La amo. Haría cualquier cosa por ella...
Me encanta recordar como me daba los buenos días; taza de café en mano y contoneando su gran cuerpo por la habitación. Era una chica maravillosa, era la chica de mis sueños, perfecta para mi. Perfecta en todos los sentidos.


Un ruido en el piso de al lado me hizo volver a la realidad. Abrí los ojos y la miré, el golpe en la cabeza fue certero. Un golpe y al suelo... Siempre fue débil.

Envolví su cuerpo en una manta y la metí en el maletero del coche. La enterré en mitad del monte.
O era mía o no era de nadie.






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