sábado, 12 de enero de 2013

Las palabras perdidas.


Mientras tomaba el último aliento me dijo con voz calmada que había escrito algo grande, una historia que cautivaría al mundo y lo dejaría perplejo.

- Te hará rico -me dijo con una media sonrisa.

Murió antes de decirme donde había escondido el bloc.

 
Me dejó con la incertidumbre. Nunca valoré su don, nunca leí ni uno de sus relatos, no le dediqué tiempo a escuchar lo que pensaba, la obligué a no hablar de literatura conmigo: “Sabes como me aburren los libros”- le decía constantemente.  
Odiaba como perdía el tiempo escribiendo historias de amor. No me gustaba su columna semanal en el periódico con más prestigio de la ciudad. No me gustaba su blog de poemas, ni esas malditas reuniones del club del libro.
 
Me llegó a odiar y lo único que la unía a mi era su enfermedad. Sé que por eso se mantuvo a mi lado hasta el final, necesitaba a alguien que la cuidara y le diera un sitio cómodo donde morir. Me detestaba, su madre tenía razón; nunca fui lo suficientemente bueno para ella.


Llevo 7 años buscando esa maldita historia que cambiará el mundo y que me haría rico... No existe ninguna historia. Me he vuelto loco y escribo esto mirando el revolver que hay encima del escritorio, preparado para acabar con mi sufrimiento. 
Hoy me di cuenta que eso es lo que ella quería. Esta es su venganza, no existe ninguna historia que vaya a sorprender al mundo entero, no existe ningún bloc.


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