viernes, 31 de mayo de 2013

Bienvenidos exámenes.

¿Sabes ese día tonto de examen en el que intuyes que todo saldrá mal?
Creo que no hay día más jodido para ser un mal día que un día de examen.

Pues eso, vas de camino al examen pensando en lo raro que está el día e intentando relajarte diciéndote que te lo sabes, dándote chutes de autoestima e intentando perder ese miedo tonto que de repente te ha entrado.
Llegas al susodicho examen, ojeas la clase y empiezas a pensar dónde sentarte: muy delante no que cuando el profesor te mira te pones nerviosa, muy atrás tampoco que se va a creer que estas copiando, venga, ni pa ti no pa mi en medio. Te acomodas y sigues diciéndote a ti mismo que la situación está controlada que llevas estudiando semanas y que todo saldrá bien, pero una vocecita en tu mente te dice: Pos va ser que no, chata. Y tú la miras con recelo y le dices: ¿te vas a callar?, que pareces tonta.
Entonces el compañero que tienes al lado te mira raro por hablar sola...

Te sientas y empiezas a mirar el techo mientras esperas que el profesor entre por la puerta. Y mirando el techo te das cuenta que hay unas tuberías que nunca habías visto y piensas ¿cuando la habrán puesto? porque eso hay no estaba, ¿o sí? Lo mismo estaba y no te has dado cuenta.Te tiras media vida entre esas cuatro paredes y te das cuenta que nunca te has parado a mirar las tuberías o los azulejos
Sales de tu atontamiento cuando el profesor entra por la puerta con su cara seria, su tocho de folios, sobres y exámenes, y tras decir “hola” empieza a cambiar a gente de sitio y tú piensas que “no me cambie, que si me cambia es porque me ve cara de copiona” y te cambiiiiiaaaa, y tú piensas: “joder, con el barbas, toca pelotas”.
Después de aposentar tu culo en tu nuevo asiento el “barbas” empieza a repartir exámenes, hasta que llega a ti y te da tu examen y cuatro folios, y piensas mucha fe tiene este en que le entregue los cuatro folios escritos”.

Ojeas el examen y empiezas a señalar con tu boli imaginario las cuestiones que te sabes, las que medio te sabes y las que ni sabías que entraban. Coges tu boli no imaginario y cuando te dispones a responder la primera pregunta tu mente dice:”hay te quedas, cara culo” y se va, y te quedas solo con la mente en blanco y acordándote de esa vocecita que al principio sentenció este momento.
Empiezas a decirte que te lo sabes e intentas escarbar en tu cerebro buscando el interruptor que ilumine esa parte de tu mente en la que guardas todo lo que estudias, y buscas y buscas y no haces más que tropezar con cosas insignificantes como por ejemplo Platón y el mito de la caverna y de repente haces una redacción mental del tema. 
Te aburres de buscar en tu cerebro y ahora te dedicas a mirar como escriben tus compañeros y a pensar en lo mal que te caen porque ellos saben lo que escribir y tú no recuerdas ni tu segundo apellido, pero de repente el profesor te pilla mirando a tu compañero y dice para todos: Por favor, la mirada al examen. Y tú sabes que va por ti, digo que si lo sabes, y te cuestionas si ir a su mesa y decirle que no sabes que te pasa, que te lo sabes pero que no sabes dónde has guardado todo lo que estudiaste.
En fin, ya cuando llegas a la conclusión de que te has quedado en blanco empiezas a intentar concentrarte, porque te lo sabes, joder, que si te lo sabes. Cierras los ojos y piensas, piensas, piensas y estas apuntito de empezar a recordar, lo notas, lo estudiado empieza a ser legible y de repente un toquecito en tu hombro acompañado de un: ¿qué has puesto en las cuatro?, te hace salir de tu concentración y te dan ganas de decirle: ¿qué he puesto? Nada, nada de nada y si sigues dando por culo lo entregare en blanco. Pero tú que eres muy buena gente le dices: No la tengo hecha todavía. Y vuelves a intentar concentrarte en recordar lo “olvidado”. Pero vuelves a mirar a tu alrededor y todo el mundo sigue escribiendo y fulanito le pide otro folio y piensas si estará escribiendo la biblia.

Cierras los ojos y te concentras y de repente todo fluye, y coges tu boli azul no imaginario y empiezas a escribir como loco, y el de atrás sigue dando por culo y tú le sigues diciendo que no lo tienes, joder, es que no lo tienes. Y escribes y la mano empieza a dolerte, pero tu como si en una carrera estuvieses sigues forzándote, porque todo fluyeeeeeee.

A esto que el profesor se levanta y dice: Quedan 15 minutos. Y empiezas a temblar y sabes que no te da tiempo ni de coña pero tú sigues y sigues, y el de atrás te vuelve a preguntar por la cuatro y tú te vuelves con todo tu genio y le dices: te callas de una puta vez, gilipollas pesado de mierda? El chaval se calla y tú sabes que acabas de agregar a otra persona a tu lista de GENTE A LA QUE LE CAES MAL.

Y sigues escribiendo pensando (todo esto mientras escribes) en lo rápido que pasa el tiempo en los exámenes y no entiendes por qué en las clases aburridas no pasa tan rápido: Sera que te lo estas pasando bien en el examen y ya sabes que cuando te lo pasa bien el tiempo pasa más rápido. Te dice esa vocecita mientras se descojona de ti.

Levantas la cabeza y te encuentras sola en la clase con el profesor a tu lado diciéndote que se acabo el tiempo y tu indignada le das tu examen y rezas para que este para un cinco y te vas por el camino que viniste pensando que desde antes del examen sabías que iba a pasar algo malo.



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