Cuando somos pequeños y
muere algún ser querido, los padres intentan consolarnos
explicándonos que ese ser querido se ha ido al cielo. Nos describen
el cielo como algo bonito, hermoso, lleno de paz y tranquilidad, y
donde la persona que se ha ido se encontrará con otras personas que
están también allí.
Cuando mi abuela murió yo
solo tenia 8 años y recuerdo esa conversación con mi madre. También
recuerdo como la hacia llorar cuando día tras día preguntaba por
ella. Y mi madre, llena de paciencia y amor me volvía a explicar que
ya no estaba, que no la podría volver a ver pero que ella me veía
desde el cielo.
Tarde un año en
comprender que nunca volvería.
Durante los siguientes
años me prometí a mi misma no olvidar su cara, sus expresiones y
durante muchas noche me dormía recordando su cara.
Me costó superar su
marcha pero me está costando mucho más superar que mi cerebro a
dejado de recordarla, a borrado su imagen de mi cabeza y ha olvidado
su voz.
Creo que lo único más
doloroso que la muerte de alguien al que quieres es el día en el que
dejas de recordar su voz, su cara y sus expresiones.
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